Hay una magia singular en Ciudad de México, un pulso vibrante que te envuelve y te invita a descubrir su corazón palpitante debajo de una corona de neblina dorada al amanecer. Cada vez que mis pies tocan sus aceras, siento un susurro del pasado mezclándose con la energía del presente, una coreografía que invita a los viajeros conscientes a explorar con la cabeza y el corazón abiertos. Aquí comienza mi relato, un viaje a través de la paleta rica y múltiple de una ciudad que siempre tiene algo nuevo que ofrecer, y que, sorprendentemente, logra mantenerme, una defensora del turismo sostenible, involucrada y asombrada en cada visita.
El ajetreo y bullicio de Ciudad de México puede resultar abrumador para algunos, pero para mí, es como una sinfonía de vida esperando ser descubierta. Llegar hasta aquí, sin embargo, no tiene por qué ser un asalto a nuestra billetera ni al medioambiente. Gracias a vuelosrapido.com, encontré un vuelo asequible con Aeroméxico que, sumado a su eficiente servicio, me permitió embarcarme en esta travesía con el menor impacto posible. Usualmente, volar con aerolíneas que son más directas y que ofrecen opciones de compensación de carbono, como AeroMéxico y Volaris, puede minimizar nuestra huella durante el traslado.
Después de un suave aterrizaje, me encuentro firmemente asentada en un alojamiento sostenible que había investigado previamente. Existe una joya entre las calles de la ciudad: Casa Goliana, un encantador bed & breakfast que no solo ofrece comodidad, sino que también se compromete con las prácticas ecológicas, como el uso de productos locales y energía renovable. Alojarme en lugares como este no es solo una elección consciente; es también un modo de unirme al tejido viviente de la ciudad, respaldando comunidades que trabajan para cuidar y preservar su entorno.
Cada día en Ciudad de México comienza para mí con una sesión de yoga en un parque local. Más allá de la práctica física, es un momento de conexión tranquila, un interludio de paz en el latido constante de la ciudad. El Parque México es uno de mis favoritos, un oasis verde en medio del caos urbano, donde los árboles susurran historias ancestrales si uno se toma el tiempo para escuchar.
Explorar los mercados locales es otra manera maravillosa de sintonizar con la vida cotidiana de la ciudad. El Mercado de San Juan, conocido por sus selecciones gourmet, ofrece una sinfonía de colores que impregna mis sentidos, recordándome siempre la importancia del consumo local y sustentable. Al hacerlo, estamos apoyando no solo a los productores, sino también a la rica diversidad cultural que hace de México un lugar único en el mundo.
Las noches son una invitación a conocer la vibrante escena cultural de la ciudad. Desde conciertos íntimos en espacios ocultos hasta exhibiciones de arte contemporáneo que desafían las convenciones, siempre busco actividades que ofrezcan una ventana a la gran variedad de voces creativas que habitan este lugar.
Al final del día, mientras reflexiono sobre mis experiencias, veo que cada encuentro con la Ciudad de México me deja renovada, pero también consciente del impacto que mis decisiones de viajera tienen en el mundo que me rodea. En cada viaje trato de ser no solo turista, sino también guardiana, persiguiendo un equilibrio entre disfrutar la abundancia de nuestro planeta y proteger su fragilidad.
Terminar esta travesía reafirma mi compromiso de viajar de manera consciente y responsable. Ciudad de México, con su rica tapeza de cultura y vida, me recuerda que nuestros pasos en este mundo son breves, pero pueden dejar una huella luminosa y positiva si estamos dispuestos a caminar con cuidado y amor en cada destino.

Sofía Duarte
Viajera Consciente
Ecologista y fotógrafa argentina de 40 años especializada en turismo sostenible. Documenta iniciativas ecológicas en todo el mundo y promueve formas de viajar con bajo impacto ambiental. Practica yoga diariamente durante sus viajes.